martes, 29 de octubre de 2013

ITARD: LA CONVERGENCIA DE LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE Y LA MEDICINA

En 1821, en su tratado de las enfermedades del oído y de la audición, Itard clasifica los trastornos de la audición en cinco grandes categorías determinadas en función de lo que el alumno lograra comprender del lenguaje hablado. Se lo considera como el primer tratado de otología. (Lane, 1979a). Itard pensaba que su método pedagógico (exclusivamente oral) permitiría a los niños de las tres primeras categorías entrar en “la clase de oyentes”, “los alumnos que pertenecen a la cuarta y quinta categorías son definitivamente mudos”. (Lane, 1979a)
Itard había adquirido algunas convicciones concernientes a las cuestiones metafísicas que preocupan a los espíritus de las luces; de la filosofía en particular compartía las teorías sensualistas propuestas por Esteban Bonet, abate de Condillac, intérprete francés de Locke (filósofo empirista inglés) cuya influencia debía ser decisiva sobre la formación de la lingüística moderna. (Lane, 1979a). Condillac asigna al lenguaje un rol determinante y casi exclusivo en la formación misma de las ideas.
En las primeras experiencias que él hizo con la educación oral, de las cuales el año 1808 es el punto culminante, Itard pensaba que la utilización de la lengua de señas impediría a los alumnos hacer progresos de elocución oral. Quince años más tarde se convenció de que la lengua de señas les era provechosa e “incluso indispensable”. Itard concluyó en su informe de 1826 que permitiendo un desarrollo de los conocimientos generales en el niño sordo a través de la lengua de señas se facilitaba el aprendizaje de la lengua oral y escrita. (Lane, 1979a). La argumentación de Itard iba en el mismo sentido que la de Descartes: “Él (el sordo) puede superar la ausencia del oído y de la palabra y, en lugar de que su perfección sea tributaria de la perfección de los órganos (de fonación), puede, con sentidos débiles e incompletos, establecer relaciones con sus pares, crear los signos de sus pensamientos...”. (Itard in Lane, 1979b)
En efecto, a partir de su propia experiencia, Itard fue llevado a pensar que de las cinco categorías de sordera que él distinguía en referencia al resto auditivo, sólo los alumnos de la primera categoría podían ser educados por métodos exclusivamente orales. Para las otras categorías, el apoyo de la lengua de señas era fundamental.
Además, del gran aporte de Itard a toda la pedagogía especializada, a la ciencia de las modificaciones del comportamiento, a la otorrinolaringología, a la educación oral para los sordos, le pertenece el mérito de tratar de conciliar dos aspectos opuestos del problema: por una parte, la necesidad del niño de desarrollar la inteligencia por medio de la lengua; por otra parte, la elección de una lengua adecuada a los grados de deficiencia auditiva.
Pero, si Itard estaba convencido de que el único medio de comunicar para un sordomudo era utilizar la lengua de señas, estaba, no obstante, convencido de que debía (en la medida de lo posible) aprender a comprender el lenguaje hablado y a hablar.
El resultado de esta posición será su demanda de una clase mixta para uso de los niños afectados de sordera parcial, donde el lenguaje oral será enseñado con la lengua de señas.

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