En 1821, en su tratado de las enfermedades del oído y de la audición, Itard
clasifica los trastornos de la audición en cinco grandes categorías
determinadas en función de lo que el alumno lograra comprender del lenguaje
hablado. Se lo considera como el primer tratado de otología. (Lane, 1979a).
Itard pensaba que su método pedagógico (exclusivamente oral) permitiría a los
niños de las tres primeras categorías entrar en “la clase de oyentes”, “los
alumnos que pertenecen a la cuarta y quinta categorías son definitivamente
mudos”. (Lane, 1979a)
Itard había adquirido algunas convicciones concernientes a las cuestiones
metafísicas que preocupan a los espíritus de las luces; de la filosofía en
particular compartía las teorías sensualistas propuestas por Esteban Bonet,
abate de Condillac, intérprete francés de Locke (filósofo empirista inglés)
cuya influencia debía ser decisiva sobre la formación de la lingüística
moderna. (Lane, 1979a). Condillac asigna al lenguaje un rol determinante y casi
exclusivo en la formación misma de las ideas.
En las primeras experiencias que él hizo con la educación oral, de las cuales
el año 1808 es el punto culminante, Itard pensaba que la utilización de la
lengua de señas impediría a los alumnos hacer progresos de elocución oral.
Quince años más tarde se convenció de que la lengua de señas les era provechosa
e “incluso indispensable”. Itard concluyó en su informe de 1826 que permitiendo
un desarrollo de los conocimientos generales en el niño sordo a través de la
lengua de señas se facilitaba el aprendizaje de la lengua oral y escrita.
(Lane, 1979a). La argumentación de Itard iba en el mismo sentido que la de
Descartes: “Él (el sordo) puede superar la ausencia del oído y de la palabra y,
en lugar de que su perfección sea tributaria de la perfección de los órganos
(de fonación), puede, con sentidos débiles e incompletos, establecer relaciones
con sus pares, crear los signos de sus pensamientos...”. (Itard in Lane, 1979b)
En efecto, a partir de su propia experiencia, Itard fue llevado a pensar que de
las cinco categorías de sordera que él distinguía en referencia al resto
auditivo, sólo los alumnos de la primera categoría podían ser educados por
métodos exclusivamente orales. Para las otras categorías, el apoyo de la lengua
de señas era fundamental.
Además, del gran aporte de Itard a toda la pedagogía especializada, a la
ciencia de las modificaciones del comportamiento, a la otorrinolaringología, a
la educación oral para los sordos, le pertenece el mérito de tratar de
conciliar dos aspectos opuestos del problema: por una parte, la necesidad del
niño de desarrollar la inteligencia por medio de la lengua; por otra parte, la
elección de una lengua adecuada a los grados de deficiencia auditiva.
Pero, si Itard estaba convencido de que el único medio de comunicar para un sordomudo
era utilizar la lengua de señas, estaba, no obstante, convencido de que debía
(en la medida de lo posible) aprender a comprender el lenguaje hablado y a
hablar.
El resultado de esta posición será su demanda de una clase mixta para uso de
los niños afectados de sordera parcial, donde el lenguaje oral será enseñado
con la lengua de señas.
martes, 29 de octubre de 2013
ITARD: LA CONVERGENCIA DE LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE Y LA MEDICINA
13:52
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