martes, 29 de octubre de 2013

UNA NUEVA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

En el siglo XVI se encuentran vestigios de discusiones filosóficas alrededor de la sordera en la obra de un escritor ecléctico, Jerome Cardan (1501-1576) que hacía referencia a las posibilidades de los sordos de aprender otras lenguas además de las fónicas. (Mottier, 1978) Descartes, en su obra El discurso del método toma como ejemplo el caso de los sordos para apoyar su tesis de la existencia de una facultad – específicamente humana – de formar nuevos enunciados que expresen pensamientos nuevos adaptados a situaciones nuevas. Esta facultad no debe ser atribuida a órganos periféricos. “... porque vemos que el mirlo y el loro pueden proferir palabras como nosotros, y, sin embargo, no pueden hablar como nosotros, es decir, testimoniando que piensan lo que dicen; en tanto que los hombres que nacen sordos y mudos y están privados de los órganos que les sirven para hablar... tienen por costumbre inventar señas por las cuales se hacen entender...”. Para Descartes la carencia de la persona sorda se reduce a una deficiencia fisiológica, la cual no convierte al hombre en incapaz de constituir un código para comunicar.

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